The New Bears On the Blog

Para que tener la visión de un oso, si se pueden tener varias?. Osos de todas partes escriben su experiencia acá... cómo se vive siendo gay y oso. LAS OPINIONES ESCRITAS EN ESTE MEDIO SON PERSONALES Y NO REPRESENTAN EL PENSAMIENTO DEL RESTO DE PARTICIPANTES

lunes, mayo 15, 2006

Para pensar...

Aprovechando tres cosas:
  1. Que estamos muuuuy flojos para escribir acá,
  2. que encontré este artículo en varios sitios, y
  3. las ventajas de copy/paste.

Transcribo este artículo que he visto en varios sitios... seguramente ya lo han leido. Para quienes no, aprovechen... y dejen el comentario!!!!
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OSOS DESPLUMADOS
Por Javier Sáez

La comunidad bear, que surgió como reacción contra un modelo de cultura gay estandarizado que excluía otros cuerpos y otras formas de deseo, corre el riesgo de convertirse a su vez en una cultura excluyente. Y lo que es peor, aliándose con el régimen que produce la mayoría de los procesos de marginación y odio homofóbico: el régimen heterosexual.
Escuchamos cada vez más en boca de muchos osos expresiones como "la pluma no tiene cabida en nuestra cultura", "somos gente normal, no como esas locas afeminadas", "lo nuestro es la masculinidad natural", etc... Sólo les falta decir que los osos en realidad somos heterosexuales que por accidente follamos con hombres. ¿Ahora resulta que la cultura de los osos es el retorno del hombre de verdad, el de la copa de soberano y la faria, que lee el Marca mientras se rasca los huevos antes de golpear a su mujer? La plumofobia que se respira entre algunos osos (no todos, por suerte) supone una alianza repugnante con lo peor del machismo y la misoginia ("en nuestros bares no entran chochos ni locas") que caracteriza la cultura dominante, es decir, hetero, y en el fondo no es sino otra forma de homofobia.

Además, esa posición de "somos normales" olvida que el mundo hetero va a seguir aplicando su régimen, va a seguir considerándonos unos degenerados, una cosa rara, o como mucho algo exótico, para dar un toque pintoresco en los programas de la tele. Querer ser normal, o incluso querer ser un hombre, con todo lo que eso implica, me parece una aspiración de lo más triste. Aunque parezca que los heteros te "aceptan" en su mundo cuando te felicitan encantados "porque no se te nota nada" (o sea, "porque no pareces un maricón de mierda, a los que no soporto"), parece que algunos olvidan que el oso en realidad es una monstruosidad ontológica, y en ello reside su gracia y su potencia subversiva. Somos monstruos porque un hombre de verdad, como dios manda, natural, normal... es hetero, folla con tías. Y el oso, mal que le pese a alguno, es maricón de arriba abajo. Y ahí vienen los problemas para el cerebro binario hetero: "pero ¿cómo es esto?, un tío fuertote, peludo, barbudo, de 120 kilos, mas basto que un arado... ¿folla con otros tíos?" ERROR. FILE NOT FOUND. WINDOWS DETECTÓ UN FALLO EN EL SISTEMA. PLEASE, RESET. Los heterocircuitos del chip homófobo empiezan a echar chispas, humo, y revientan. Y esa es precisamente nuestra ventaja y nuestra conquista, nos gustan los rasgos masculinos y viriles, pero sabemos que eso es tan artificioso como cualquier otra identidad, y lo ponemos en cuestión precisamente con algo tan contradictorio como soltar pluma, algo que, por cierto, hacen muchísimos osos. Rompemos el estereotipo de lo que significa ser hombre, y eso es tremendamente subversivo: "sí, somos como tú de viriles, pero resulta que somos maricas, nos gustan los hombres y además podemos chillar como la que más o hablar en femenino si nos da la gana". Se trata de aprovechar la potencia performativa de nuestra posición paradójica para desmantelar el dispositivo binario de sexo y género que regula nuestras vidas y produce los odios y las persecuciones. En efecto, muchos osos tenemos pluma, o nos encanta que la tengan otros osos, o nos podemos travestir si nos apetece, o podemos bailar con más contoneos que Shakira, porque no hay ninguna masculinidad esencial que reivindicar o proteger, eso es una ficción hetero. La masculinidad y la feminidad son posiciones vacías, que no se corresponden con los hombres y las mujeres. Por eso mismo hay también masculinidades sin hombres, como demuestran muchas subculturas lesbianas (drag-kings, butchs, camioneras, las garçonnes francesas de los años 20, las lesbianas leather, etc.). Judith Halberstam ha estudiado todas estas subculturas en su fascinante libro "Female masculinity", libro muy recomendable para los que todavía piensan que lo masculino es "cosa de hombres".

Esta paradoja está vinculada a otro de los tópicos de la cultura osuna: somos naturales. Vamos, que los osos acabamos de bajar andando de los Picos de Europa. Pero resulta que en vez de miel tomamos cerveza, éxtasis, popper, ghb, coca o ketamina, y en vez de ir desnudos, vestimos camisas a cuadros, vaqueros, cinturones, botas, gorras, tirantes, nos recortamos cuidadosamente la barba y la perilla, nos afeitamos la cabeza, nos tatuamos... Curiosa naturaleza. Somos una subcultura que juega y disfruta con los rasgos de la masculinidad, pero de ahí a creerse que ésta existe como algo "natural" hay un peligroso paso. En realidad esta palabra encierra otra trampa: la palabra "natural" significa heterosexual. Para el código hetero, los hombres "de verdad" no se cuidan, no se ponen camisas de licra, no se pintan, no llevan tacones, no chillan, no lloran... es decir, son "naturales" (pero ojo, tampoco follan con tíos, eso es "antinatural"). El problema es que la artificiosidad con que se construye el hombre "de verdad" no se ve, es una omisión. Es silenciosa, muda. Supone controlar sus gestos (¡esas manos!), sus voz (no grites!), sus ojos (no mirarás el paquete ajeno), su cuerpo (¡esas caderas!; los hombres deben bailar con la movilidad del robot R2D2, como mucho).

Lo importante del código "natural" es obedecer a esa ley según la cual los hombres no hacen cosas raras con su cuerpo ni con su vestimenta. Ese "no hacer" es lo masculino, y en realidad se basa en "controlar". Pero ese mismo el dispositivo es tan artificial como la pluma. Lo que uno aprende desde pequeño - todos los niños varones-, es a reprimir y controlar cualquier gesto, voz y deseo que pueda revelar "afeminamiento". Y si uno es marica, aprende mucho más rápido a reprimir esos signos externos, hasta el punto de que a veces me pregunto si la masculinidad excesiva de que hacemos gala los osos (esa voz grave, esos gestos torpes, rudos y bruscos, esos abrazos golpeándonos las espaldas con fuerza, esa exhibición del vello corporal) no son sino una consecuencia de ese aprendizaje "quenosemenotequesoymarica" generado por el terror infantil a ser descubierto. Ya se sabe, lo peor en un colegio es ser el niño mariquita. Para disimular algunos aprendimos demasiado bien el código y nos hemos pasado. Y por eso hablamos aquí de traición: los niños proto-osunos sobrevivimos en la escuela y en el instituto con nuestros gestos machirulos y nuestra barba precoz. "Pasamos" por hombres de verdad, algunos incluso jugábamos al fútbol. Los niños menos obedientes, o peor adiestrados, de pluma incontrolable, perecieron en el intento de ser normales (o ni siquiera lo intentaron, en un gesto que les honra), se convirtieron en niños mariquitas, y sufrieron el escarnio, la humillación, el insulto y la violencia. La misma violencia que está detrás de frases como "entre los osos no tiene cabida la pluma".

¿Los osos plumófobos están orgullosos de colaborar con ese exterminio? ¿Cuál será el siguiente paso hacia la normalidad, quedar con neonazis para ir juntos a apalear maricas a los parques? Los osos estamos ahora en esta encrucijada política: podemos reivindicar la diversidad, disfrutar de la pluma y cuestionar la homogeneidad que supone "lo normal", o podemos aliarnos con el enemigo en su cruzada heterrorista en defensa de la masculinidad "natural".

Nota
(*) Javier Sáez (Burgos, 1965) es sociólogo y traductor. Es autor del libro TEORIA QUEER Y PSICOANÁLISIS, y coautor de los libros EL EJE DEL MAL ES HETEROSEXUAL y TEORIA QUEER: POLITICAS BOLLERAS, MARICAS, MESTIZAS, TRANS. Ha prologado y traducido con Beatriz Preciado el libro de Judith Butler LENGUAJE, PODER E IDENTIDAD, y con Paco Vidarte EL PENSAMIENTO HETEROSEXUAL de Monique Wittig. Es el responsable de la revista electrónica queer www.hartza.com. Es el coordinador, con el fotógrafo Antino, de la campaña OSOS CONTRA EL SIDA: PELOS SÍ, A PELO NO (www.antinoo.com). Actualmente trabaja en el Fondo Social Europeo.

5 Comments:

  • At mayo 16, 2006 3:18 a.m., Blogger CON GARRAS Y A LO LOCO said…

    La sensata pluma de Javier Sáez da en la diana. Muchos de los que se han apuntado recientemente al carro del oserio ignoran que el movimiento bear nace, no para que los “osos” se diluyan en el ambiente heterosexual imperante, sino para reclamar el derecho a que una persona de unas características físicas diferentes al tipo estandarizado de gay que la publicidad y las modas enseñan, puedan participar activamente en la vida gay y su cultura. Una cosa es preferir un determinado tipo de persona para meterse en la cama y otra muy diferente es menospreciar a los chaser delgados o ignorarlos en los bares o en las kdds e incluso prohibirles la entrada. Muchos de estos nuevos gurus del oserio han pasado de ser unos reprimidos por gordos a creerse los reyes de la noche y represores de los que no son como ellos. Siento verguenza ajena al leer en algunos perfiles de osos la manera de dirigirse a los que no son osos o tienen “plumas”. La plumofobia es tan mala como la homofobia. Alguno de mis mejores amigos son todo “plumas”. En España los que más han luchado por los derechos de los gays no son precisamente los que se han escudado en su apariencia varonil para no dar la cara.

     
  • At mayo 16, 2006 11:23 a.m., Anonymous Anónimo said…

    Deberíamos de apoyarnos todos los gays entre nosotros. Bastantes exclusiones vivimos en la sociedad como para hacerlo entre nosotros. Una cosa es la cultura bear, y otra el hacer del movimiento, un guetto...
    Besos

     
  • At mayo 16, 2006 11:22 p.m., Blogger Granizo said…

    cierto... hay que reconocer y celebrar la diversidad
    nada que ver que nos discriminemos entre nosotros, no? una cosa es que cierto "tipo de persona" no te guste y otra es despreciarlos sólo porque son distintos a lo que se desea.

     
  • At mayo 19, 2006 1:58 p.m., Blogger Felipe said…

    mmm, dos cosas con respecto al comentario anterior:

    1°. No creo que tenerle miedo a la soledad sea de niñitas... más bien es de "personas".

    2°. No comparto eso de "asumir su género". Por mucho que me gusten, me calienten y quiera proyectarme con otro hombre, nunca he dejado de serlo. Eso del "tercer sexo" no creo que exista.

    Saludos!!

     
  • At mayo 19, 2006 1:59 p.m., Blogger Sergio said…

    Hay cosas, que no he vivido, como por ejemplo, tener miedo de lo que soy, darme a conocer como soy, en realidad, gracias a muchos factores, siempre me he rodeado de gente muy tolerante, comprensiva de mente muy abierta, nunca ha sido tema salir del closet, o mirar en menos a alguien, hay mejores cosas que hacer.

    hay cosas q simplemente no me interezan como discriminar a alguien, si bien soy de la politica, no hagas lo que a ti no quieres q te hagan. Las situaciones de Discriminacion pasan por un asunto sarcastico he ironico, nunca discriminatorio, como por ejemplo mira la loca de alla, o como te verias con plumas, parten de la base, de que sé y sabemos reirnos de nosotros mismos primero, y si bien he conocido gente homofobica, tengo la misma tolerancia de aceptarlos pero no involucrarnos en mi grupo o en mi vida, simplemente no vale la pena.
    y hay que seguir adelante, hasta q esto no tnega relevancia, mientras mas lo tomemos en cuenta mas saldra a la luz. Si sabes lo que eres Sabes cuanto Vales.

     

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